Como el
canto de un pájaro
que se
desliza por un rayo de luz
sostenido
en su do re mi…
así
quisiera cantar yo.
Como el
grito de una ola,
de una
roca herida,
de una
piedra prisionera,
en el
desierto amarillo de mi existencia,
así quisiera
gritar yo.
Como el
siseo de un querubín
En
busca de su lira,
extraviado
en el regazo de cupido,
así quisiera
musitar yo.
Como la
sinfonía de la libélula
Cuando
anuncia sus presagios en el misterio de
sus alas,
así quisiera
orquestar yo.
Como la
voz inmortal de Gardel, Sinatra, Piazzola
en
Paris, New York o Buenos Aíres,
así en mi guarida quisiera eternizarme yo.
Como
rana, luciérnaga, o al menos cigarra,
¡Dios
de los cielos!
Permite
que cante mis versos.
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